El pecado mortal priva al alma de la gracia santificante que recibimos en el bautismo y que es la vida del alma. Se llama mortal precisamente porque rompe la relacion vital con Dios.
Separa al pecador de Dios, pues con el pecado expulsó de su alma la presencia divina, que es precisamente lo que llamamos gracia santificante.
Impide al hombre realizar obras meritorias para el Cielo.
Lo hace merecedor del Castigo eterno.